Una de las claves de SpamArts, como plataforma, como idea sobre la cultura y como futuro festival, es visitar artes, hitos de artes legitimadas, de una forma distinta. Pisa tal o cual planeta cultural de una forma que altere un poco, o mucho, esa percepción de una obra como material para el bronce de una estatua y lo convierte en otra cosa.
Esa actitud implica desde pequeñas alteraciones, casi moleculares, o grandes reescrituras: creemos que es momento de disfrutar el arte desde nuestras posibilidades, creemos que lo único que necesitan las grandes, medianas y pequeñas obras es que se les sople el polvo que juntan sobre su lomo al ser defendidas y sacralizadas. Entonces, a sus 75 años y considerando la importancia actual que posee, no será una sorpresa que nuestro primer espectáculo en vivo no sea otra cosa que un paseo, con ánimo mercuriano, por Yo, Robot, la obra de Isaac Asimov que creó las famosas tres leyes de la robótica.
Hoy que la inteligencia artificial escribe artículos para diarios como The Guardian, que la idea de un “robot” tiene menos que ver con una creación literaria y más con una cuenta regresiva hacia un futuro donde serán una realidad cotidiana -si no es que ya lo son-, las palabras y leyes de Asimov adquieren un nivel de advertencia, vaticinio y potencia que resignifican su intención original. ¿Cuál sería entonces el terreno más disruptivo donde visitar la obra, a Asimov y sus leyes?